lunes, 18 de octubre de 2010

El despertar del Rey

Alzó la vista al cielo, nubes de tormenta amenazaban el horizonte, y el relincho de los caballos cubrían levemente los truenos que en la lejanía emanaban, se sentía el viento rugir, cada vez mas enfurecido, todos sabíamos que se acercaba una nefasta batalla, la pregunta es… ¿Por qué despertaba ahora?

Habían pasado millones de años desde que encadenamos al rey demonio a las montañas del sur, aquellos eslabones habían aguantado los primeros esfuerzos del rey por escapar, aguantaron las peores tormentas, las mayores catástrofes, ¿Qué ocurrió para que esas cadenas se hayan partido en mil pedazos?

A lo lejos, un rayo atravesó e iluminó todo el firmamento, rompiéndonos a todos con su estremecedor estruendo, golpeo brusco contra la tierra, y del subsuelo una garra emergió.

Era el, ya no había marcha atrás, estaba dictada nuestra obra, poco a poco fue surgiendo de entre los árboles, mas y mas carne viva, aquella voluminosa bestia seguiría creciendo hasta acabar completamente fuera de su cárcel bajo tierra. Todos aun guardábamos esperanzas de que los guardianes les impidiesen la salida, pero los guardianes no hicieron nada al respecto, habían desaparecido de sus puestos de combate.

Desafortunadamente, las enormes patas de fuego del Demonio terminaron de salir poco después de que sus enormes garras destrozasen nuestro ejército por completo, dejándonos a todos nosotros completamente indefensos ante cualquier ataque.

El parlamento se reunió aquella noche, mientras aquel ser destrozaba todo a su paso, aquello era el autentico infierno, las llamas devoraban bosques y pueblos, personas…

Dicha noche, hablamos de qué haríamos con el rey demonio, dónde estaban los guardianes, y qué haríamos con los civiles, no obtuvimos respuesta para ninguna de estas cuestiones.

-¿Qué haremos con la bestia?, esta destruyéndolo todo a un ritmo vertiginoso, en pocos días nos encontraremos en un mundo desierto-Preguntó el alcalde de la ciudad, ya el sudor había empapado el pecho de su camisa, y su pañuelo ya no secaba mas.

-¡Podemos controlarlo!-grito el capitán de las tropas.

-No se envalentone, señor mío, todos, o la mayoría de sus hombres ya están muertos, cuando él resurgió del subsuelo, ¿recuerda?, hemos de evitar el mayor numero de muertes posible, no nos podemos permitir, poner en juego mas vida, aun así…-El capitán le interrumpió.

-¿¡Estas diciendo que no soy capaz de controlar a mis hombres?!, llevo 15 años en este puesto, y no es por capricho, supe mantenerme en mi trabajo, y aquí estoy, no permito que un hombre que solo maneja las palabras se entrometa en mis maneras, la solución ahora esta en las armas, en la agresividad, hemos de jugar con sus mismas cartas, y eso haremos-Mientras terminaba su frase, el capitán se marchó de aquella habitación, un tanto tenso por la situación en la que se encontraba, nadie sabia lo que iba a ocurrir en los próximos días, e incluso en las próximas horas.

Los participantes en la mesa, resignado se miraron, si el hombre que controlaba las fuerzas decidía hacer algo, nadie podía detenerle.

-¿Qué ha sucedido con los guardianes?-Preguntó el hombre mas viejo de la mesa, era el civil con mas edad de aquella zona y el único que sabía algo de el Rey y posiblemente el único capaz de controlarlo.-Según me han informado, han desaparecido de la zona, estaban allí en el momento del conflicto, pero el motivo es aun desconocido-Un muchacho respondió dando por sentado que la respuesta, había sido totalmente inútil.

-Las personas, si no son magas, no pueden desaparecer porque si, hay alguien mas en esta historia, y hemos de sacarle a la luz, antes de que ocurran mas desgracias.

-Yo creo que con la desgracia que tenemos ahora nos basta, es una, pero es enorme-

Todos miraron al alcalde que cada vez sudaba más.

-Por favor, cállese-Le dijo el anciano mirándolo directamente a los ojos.

Mientras discutían poco a poco iba haciéndose mas tarde, la primera noche en mucho tiempo que el mundo dormiría con el miedo de ser arrasado por un ser maligno.

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